La atención, como proceso neuropsicológico, es conceptualizado como uno de los más complejos, ya que es uno a través del cual se procesa una gran cantidad de material e información y que en ocasiones demanda responder a más de un estímulo simultáneamente. La atención es la capacidad gracias a la cual somos receptivos a los sucesos del ambiente. A través de la atención tenemos la capacidad de tener una experiencia más fluida en el mundo toda vez que estamos constantemente seleccionando y cambiando entre objetos de interés.
Las redes neurales del cerebro son las que permiten que se dé el proceso a través del cual prestamos atención. Los circuitos asociados a la atención se encuentran en el área prefrontal y controlan la memoria de trabajo, la atención y la inhibición de respuestas. Estos mecanismos corticales y subcorticales de atención suponen operar como una red coordinada.
La desnutrición, a nivel del desarrollo de habilidades cognoscitivas en la infancia, afecta principalmente el momento en que se suponen estas habilidades sean adquiridas. Esto puede resultar en un desarrollo lento, por debajo de los promedios, así como un rendimiento menor en la ejecución de funciones cognitivas posteriores. Es así como, de estar presente la desnutrición en los primeros años de vida, se pueden alterar la inteligencia, el desarrollo cognitivo y psicomotor, así como la capacidad para la atención. De forma específica es posible relacionar el bajo peso (como efecto de la desnutrición) a problemas relacionados a: la atención, respuesta visomotora, déficit escolar, dificultad en el control motor fino y grueso, pobre respuesta a la percepción y memoria visoespacial, memoria verbal, problemas en los dominios del lenguaje y funciones ejecutivas.
(Barros Jiménez, 2020)